Cuéntenos su anécdota por el e-mail: madredelasalmasconsagradas@hotmail.com
¡Oh santísima Señora, excelentísima Madre de Dios y piadosísima Madre de los hombres! Después de Dios, tú eres la única esperanza de los pecadores y la mayor confianza de los justos. La Iglesia te llama vida, dulzura y esperanza nuestra, y todos los pueblos ponen en ti sus ojos, esperando de ti todas las gracias. Nosotros también, dulce abogada, acudimos a ti en estos días, instándote para que nos oigas y concedas las gracias que te pedimos. Danos, en primer lugar, un amor sincero a tu divino Hijo, observando su santa ley cristiana; alcánzanos también la salud del cuerpo y la serenidad del espíritu, la paz en la familia y la suficiencia de medios para la vida; concédenos, en fin, una santa muerte...
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El diseñador ambiental y terapeuta holístico J. Alonzo
nos revela una historia curiosa que marcará su vida con grato recuerdo y fe:

“Andaba por Cumbres de Curumo cuando de pronto tuve una experiencia fuera de lo común, esta no era otra que la sensación de escuchar una voz femenina que me decía "Hazme un espacio", inmediatamente relacioné estas palabras con la Virgen Madre, quedé sorprendido pero muy dispuesto a cumplir con aquel dictamen... Comencé a buscar una escultura representativa para colocarla en el salón o nicho que por supuesto tendría que preparar.
 Creo sinceramente que cuando uno tiene la honra de cualquier manifestación divina, esta va acompañada de todas las condiciones para poder expandir el convencimiento, así que busqué sin prisa, seguro de que una talla llegaría hasta mí inevitablemente…
Pasaba el tiempo, y aunque vi distintas imágenes no lograba dar con una que realmente me cautivara. Pero, un día le comenté a un amigo llamado José acerca de la búsqueda, y él respondió:
"yo sé dónde vas a encontrar una que te va a gustar..."
Efectivamente en ese lugar había una figura poco convencional que me llamó mucho la atención, pero no estaba en venta, y según pude entender –apartada– para ser enviada a Portugal (Fátima).
Me quedé contemplándola hasta parecerme ver las manos sobre su pecho moverse como si el corazón le latía, fue impresionante, todos los allí presentes aseguraron percibir lo mismo…
Bueno, ante este acontecimiento insistí en que se quedara en Venezuela…
La conservo hace ya más de doce años”

(Tamaño aprox. de la pieza: 40 cm.)



Caracas - Distrito Federal